La instalación en 1970 de una refinería en el municipio de Tula de Allende, en el estado de Hidalgo, fue expresión del objetivo del Estado mexicano de crear un polo de desarrollo en la región. La refinería generó una desestructuración urbana y social que desembocó en un conflicto entre diversos sectores sociales con las autoridades municipales. La situación fracturó el orden político establecido dentro del partido en el poder, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y permitió la aparición de nuevos actores sociales y políticos que comenzaron a conformar un nuevo panorama local. En este artículo se analiza el impacto de la instalación de la refinería abordando las relaciones entre Estado y poder local.